Temporada de alcachofas a la brasa
Uno de los productos estrella de temporada es la alcachofa especialmente para hacer a la brasa, una flor comestible amargo, pero deliciosa! La alcachofa es una verdura de invierno muy mediterránea que se cosecha cada temporada en Cataluña, concretamente entre los meses de noviembre a mayo.
Destaca por sus grandes beneficios para la salud, con un contenido calórico muy bajo y una gran aportación a nuestro organismo en hidratos de carbono, proteínas, minerales (potasio, magnesio, hierro ..) y vitaminas A, C, B1 y B3.
El cultivo de la alcachofa en Cataluña se centra principalmente en las zonas costeras, pero se extiende por todo el territorio, desde el Baix Empordà, Maresme, Anoia, Vallès Occidental, Garraf, Baix Camp, hasta el Segrià y la Terra Alta. Esta amplia distribución geográfica de la alcachofa en permite alargar la temporada. Así, las primeras alcachofas nos llegan el mes de noviembre y las últimas a mediados de mayo.
Con todo, hay que destacar la existencia de dos zonas predominantes por su tradicional arraigo a la agricultura local: el Baix Llobregat (alcachofa del Prat) y el Delta del Ebro (alcachofa del Baix Ebre y Montsià).
El éxito de este producto en el Delta del Llobregat es resultado de las características del terreno: profundo y fértil. Además, el clima es templado gracias a la protección de las montañas y la acción marina del Mediterráneo hace que la alcachofa de El Prat sea más dulce y tierna que otras variedades y procedencias. Destaca la suavidad de su sabor, y un grado menor de oxidación, así como su textura fina, y la suave astringencia producida por la tenacidad de la alcachofa.
La variedad más popular es la blanca de Tudela, muy tierna y sabrosa, el cultivo de la que se concentra en las poblaciones de la Aldea y Amposta.
A la hora de cocinar las alcachofas
Para evitar que se sequen, es mejor no cortar el tallo hasta el momento en que queramos consumirlas. De hecho, nos tenemos que comer los tallos algo peladas.
Una vez cocidas, también se deben conservar en la nevera y es preferible consumirlas en 24 horas.
Si se quieren conservar un largo período, lo mejor es congelarlas. Para hacerlo bien, lo ideal es limpiarlas y hervirlas o escaldarlas, antes de introducirlas en el congelador.
También es importante destacar que la alcachofa es un vegetal que se oxida con facilidad (se ennegrece en poco tiempo); para minimizar este efecto, lo mejor es no manipularla hasta el momento justo antes de la elaboración; o también se puede colocar la alcachofa ya manipulada (cortada, por ejemplo) en agua y zumo de limón (pero queda ácido), y con perejil, que tiene mucha vitamina C.
Algunos consejos a la hora de comprarlas:
Si la alcachofa es fresca, su carne es crujiente (si se toma asada), suculenta, jugosa, fina, con una combinación muy acertada de sabores, dotada de un ligero amargor y un toque final dulce.
Para escoger las alcachofas ideales, es importante seleccionar las más grandes y pesadas en proporción a su tamaño. Lo contrario de lo que se pueda pensar, el tamaño del fruto no afecta a la calidad de la alcachofa.
Para comprobar su frescura, se pulsa la alcachofa cerca del oído; si se escucha un crujido, todavía está fresca. Si las hojas están blandas o se abren con facilidad y presentan partes marrones, la alcachofa no está fresca, el fondo se ha secado y endurecido.
Una vez compradas, que no se sequen, lo mejor es guardarlas sin cortarles los tallos hasta que se vayan a consumir.
A nivel nutricional
La alcachofa es sanísima. De la composición nutricional de la alcachofa destaca su aporte de fibra: una ración individual de alcachofas (150 g) aporta 14,1 g de fibra dietética, lo que representa cerca de la mitad del total de fibra que se recomienda consumir en un día. La fibra contribuye a un funcionamiento intestinal correcto y puede reducir los niveles sanguíneos de colesterol.